Descubrir la Disciplina Positiva y aplicarla en nuestras aulas, después de recibir una formación específica, nos ha permitido llevar a cabo un plan de desarrollo socioemocional para crear en nuestro alumnado relaciones responsables y respetuosas. Nuestro principal objetivo es promover en el alumnado, en todas las etapas, las habilidades básicas de la vida como la responsabilidad y el respeto mutuo, la empatía, la ética social, el criterio personal, la resiliencia y el enfoque en las soluciones. 

Disponemos de una amplia caja de herramientas, llena de amabilidad y firmeza, para poner en práctica en nuestras reuniones diarias de aula, haciéndolas más efectivas y enfocadas en la resolución de problemas. 

Las asambleas de aula son, sin duda, uno de los ejemplos más claros de cómo implementamos la Disciplina Positiva. Aprender nuevas habilidades lleva su tiempo, por lo que a menudo realizamos reuniones dónde el alumnado pone en práctica todas estas destrezas que realmente queremos que aprendan. Es en este momento cuándo tratamos problemas puntuales, personales o de grupo, que ellos mismos quieren compartir y solucionar, y que previamente han escrito en la agenda de reuniones. El alumnado se encarga de buscar soluciones mediante una lluvia de ideas. Todos tienen la oportunidad de participar y saber que sus errores son oportunidades maravillosas para aprender.

Dependiendo de la dinámica que utilicemos para la reunión, se les ofrece una u otra herramienta que les servirá también cuando no haya adultos a su alrededor y les ayudará a tener un sentido de pertenencia e importancia, para que no tengan la necesidad de utilizar comportamientos no productivos.

Es realmente placentero observar cómo se crea un clima de confianza en el aula, dónde todo el alumnado se siente parte del grupo, fomentando así su nivel de pertenencia en la comunidad educativa y con ello, la voluntad de cooperar, mejorando de esta forma sus resultados académicos